Estar Sola
- la bola
- 6 abr 2020
- 3 Min. de lectura
~Juana Inés Gallardo
26/4/2019
El martes fui al cine. "Kino Lumiere". Es un precioso cine alternativo -por así llamarlo- situado en Göttingen, Alemania.
La película que vi, fue una sobre Vincent Van Gogh. A pesar que encontré los diálogos algo "amateurs", la fotografía de la película logro emocionarme casi hasta las lágrimas.
Los colores que aparecían en la pantalla, lo hacían brillando (al estilo Wes Anderson).
Al día siguiente descubrí que el director del film en cuestión es también pintor, lo que esclareció la razón de los colores tan vivos y la estética.
La cámara tenía momentos algo Noés (por Gaspar), y tomas impactantes de la bendita inmensidad campestre.
Van Gogh se encuentra, la mayor parte del film, solo. Se lo muestra completamente en soledad, deambulando por los campos, por los maizales.
En ocasiones contempla maravillado, hasta el paroxismo, un paisaje o un objeto.
El hecho de observar a un hombre, sin ninguna persona a su alrededor, siendo feliz, sintiendo éxtasis, me hizo sentir verdaderamente bien conmigo misma.
Adoro estar sola. No así la soledad en su forma absoluta, la cual encuentro algo tenebrosa. Algo así como una sensación parecida a la de permanecer en una profunda penumbra.
Lxs artistas necesitamos soledad -en el sentido propiamente físico de la palabra- para encontrar inspiración y así crear nuestra obra.
Claro que una (o más de una) persona puede ser una gran fuente de inspiración, pero personalmente, logro hallarla, al igual que el Van Gogh de la película.
La "extraigo" u obtengo de objetos inhertes, de paisajes, del clima, de situaciones, de obras musicales, de mi propio rostro reflejado.
Estos últimos días, estuve experimentando la soledad de manera frecuente.
Pero no como un aislamiento, sino como un momento reconfortante y placentero donde logró concebir la inspiración para crear.
Suelo disfrutar el hecho de estar sola habitualmente, sin embargo ahora me encuentro viviendo solo conmigo misma; lo cual me entrega noches parsimoniosas de silencio y a largas jornadas donde mi única actividad es pensar, observar.
Hubieron momentos en los que permanecí horas en silencio. Imaginando, fantaseando, mirando por la ventana fumando un cigarrillo tras otro.
Hubieron, también, largos viajes en tren, dónde antes de sumergirme en un sueño profundo, mi cerebro trabajó mucho para posteriormente apagarse.
A menudo me encuentro de pie en lugares varios con la mirada clavada en un punto fijo, fulminándolo. Suelo sentir que no estoy allí físicamente. No siento el peso de mi cuerpo.
Estoy en mi mente navegando ,imaginando lo que sea. Imágenes de todo tipo aparecen en mi cabeza. A veces dichas imágenes me aterran. Otras me emocionan o me hacen enojar.
Cuando llueve y me encuentro dentro de un edificio o bajo techo, contemplo el agua caer. Y es ahí cuando mi cerebro desiste.
En mi cabeza no hay más que música o silencio absoluto. Las emociones emergen y comienzo a experimentar diversas sensaciones.
Una situación similar a aquella, se presenta cuando observó la cúpula de una edificación. Si el sol se está poniendo, la iluminación es bellísima.
Aquello me emociona.
Hoy llueve. Tomé dos tazas de café en el almacén donde estoy sentada escribiendo esto en mi cuaderno.
Estoy sola.
Estoy feliz.
Escribo sobre lo mucho que disfruto momentos como éste.
No quiero perderlos jamás.
Aquel texto lo escribí una tarde lluviosa. Había terminado de rendir un examen de idioma el cual no había sido corregido aún, que, en caso de aprobarlo, me proporcionaría un título interesante.
Decidí ir a hacer tiempo al centro de la ciudad.
Estaba sentada en un café, muy cómoda.
Previamente a escribirlo, para ser más específica, cuando estaba camino al centro, atravesé un cementerio mientras escuchaba la canción "A Dream" de Lou Reed y John Cale.
La letra del tema en cuestión habla sobre un sueño de Lou. "It was a very cold clear fall night. I had a terrible dream.", recita.
Mi campo visual era algo tenebroso. A pesar de no temerle a los cementerios, era algo atemorizante estar atravesando uno completamente vacío y desolado.
Pero fue ese el momento en el que decidí que quería escribir sobre mi amor por estar sola. Valga la redundancia, estando sola en un cementerio escuchando a Lou Reed.
Pensé: "a la mierda, que bien que la estoy pasando".
Me senté en un banco contiguo a las lápidas y me quedé observando por unos momentos como el viento mecía las copas de los árboles y las gotas mojaban la tierra ya húmeda.
Ahí fue, cuando dije para mis adentro: "estoy sola, estoy feliz".
Soy sola, pensé.
Abandoné el cementerio y entré a la cafetería.
Pedí dos expresos y una porción de torta.
Cuaderno en sobre la mesa, lápiz en mano, acción, equivale al característico "luz, cámara, acción" del cine.
Saber estar con unx mismx es muy, muy importante.
Recomiendo encontrar momentos para hacerlo, y así poder disfrutarse.
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